lunes, 25 de febrero de 2008

Barça - Levante (Liga, 25 de febrero de 2008)

Uno intenta resistirse, pero es difícil:



Después del TN de las 21:00 fui a mirar la web del Marca para saber cómo iba el Madrid. Como no ganaba y mi novia tenía el mando de la tele, cogí el mp3 y sintonicé la SER para escuchar la segunda parte. Iba permutando con RAC 1, pero con preferencia por la SER. La temporada pasada me enseñó que cuando se escucha un partido en el que el Madrid no va ganando y los que locutan son culés, acaban marcado siempre; si entre los que locutan hay merengues, sólo marcan casi siempre. Una estúpida superstición como otra cualquiera, pero me funciona.

Sin embargo, en el minuto 63 estaba escuchando RAC1. La narración del gol es brutal. No me reía tanto desde que escuché ¡en un cassette! algunos chistes de Eugenio (sólo audio). La he escuchado cinco veces esta mañana (la locución del gol, los chistes de Eugenio sólo dos). En este momento, hay un enlace al audio desde la portada de la web de El Mundo Deportivo. Si no, se puede descargar desde la página de programación a la carta de RAC1.

El primero que se da cuenta que es orsay es Jaume Mullor. Mientras el zopas que narra está locutando cómo avanza Casquero con el balón, a mi excompañero de facultad Jordi Costa y compañía ya se les está escapando la risa. Atraviesa el centro del campo empujado por los ¡vinga! y ¡va! del equipo de RAC 1, y el grito de júbilo cuando Uche la clava sólo es comparable a los berridos de cuando el gol de Belleti en París.

Aunque para berrido, el mío y el inmediato posterior de mi novia, que dormitaba apoyada en mis tríceps y saltó como un resorte cuando canté el gol. Lo siguiente fue una escena propia de Pepa y Avelino: ella insultándome mientras me sacudía mamporrazos con la zapatilla y yo tratándome de proteger con palabras baldías y el antebrazo. Me llevé una buena y el mp3 se cayó al suelo en la refriega, pero no había quien me quitara la sonrisa de la jeta...

El Barça lo vi muy de rasquis. Llegué al bar con el partido empezado, no tenía sitio y me senté en una esquina con el País. El partido no me interesaba demasiado a priori, más allá de para comprobar el apetito de gol Eto'o. De lo que vi, me gustó el nuevo Xavi, más incluso que el antiguo; Iniesta, cuya actuación en Glasgow me preocupó muchísimo, volvió a ser el de siempre; Ronaldinho fue con mucha diferencia el peor de los tres de delante, aún no se va de nadie y no mete un gol al arcoiris, pero aun con esas credenciales está mucho mejor de lo que estaba, lo que da una ligera idea de hasta qué profundidad de las catacumbas había llegado; Messi hizo lo que quiso y cuando quiso; y Touré, para mí el mejor en Celtic Park, volvió a dar otra exhibición de fuerza, colocación y técnica culminada con un pase con el exterior a lo Michelino a Messi en el cuarto gol.

Pero... siempre hay un pero. O un perro, en este caso: Zambrotta, que ya no sabe cómo arreglárselas para que le mandemos de vuelta a su puta casa. No caerá esa breva. O mejor, no le caerá la higuera entera y le abrirá la cabeza por caradura... El penal que hizo ayer es de juzgado de guardia. Eso sí, seguro que cuando venga con el Milan al Camp Nou en la Champions del 2009 será un muro infranqueable en defensa y una moto en ataque.

jueves, 21 de febrero de 2008

Celtic- Barça (Champions, 21 de febrero de 2008) ¡Viven!

El partido del fin de semana en Zaragoza me dejó mal cuerpo. Fue como un polvo amargo: follas sí, pero cuando el árbitro pita el final y te estás limpiando la lefa con el papel del culo ya tienes el mal rollo enquistado en el alma. Y encima robando. O sea, como cuando te tiras a un adefesio que ni siquiera se lo monta bien teniendo una novia adorable que te espera en casa. Te sientes fatal. Por lo que me han contado, vaya...Que yo no.... ¡Que no, hombre que no! Quita, quita...

Pues el Zaragoza-Barça fue eso. Después de ver cómo Messi se arrastraba por el campo, no quise ni hacer crónica. La película fue tan mala que no había ganas de hacer la crítica. Y encima con truco final, una triquiñuela barata que no sirve para otra cosa que alimentar los lloriqueos de los vikingos y sus secuaces de la prensa. El Barça fue un equipo ramplón: sin velocidad, sin desborde, sin agresividad, sin nada de nada. Ni más ni menos de lo que viene siendo desde París. Con un par de diferencias: Messi era un fiambre más en un equipo de muertos e Iniesta no estaba para desenterrar los despojos.

Déjà vu

Ayer fui a ver el partido con mi padre. Hacía tiempo que no veíamos el Barça juntos. Mi madre ya hace un tiempo que me envía señales de socorro. Y es que cuando el Barça va mal, la convivencia en casa es muy difícil. Siempre ha sido así. Pero ya se sabe: cuanto más viejo, más pendejo. Con un Barça así, cualquier circunstancia puede provocar una batalla campal: un mal gesto, una palabra de más, un estornudo en el momento inoportuno... Son ya muchos meses de un Barça patético, así que fui al rescate de mi madre. Es mi deber como hijo, qué menos.

Fue volver a casa y todo pareció funcionar como en tiempos mejores. Un oasis en medio de la asfixiante vida del joven independiente. Un déjà vu: la cena ¡de dos platos! preparada, el monopolio del sofá, el parte sobre mis últimas actividades (¿El trabajo? Bien; ¿La convivencia? Muy bien; ¿Y hoy qué has comido? Lentejas; ¿Te las ha hecho tu suegra? Sí; ¿Estaban más buenas que las mías?; Estaban bien, pero ni de coña como las tuyas). En fin, lo de siempre, lo que uno se espera cuando va de visita a casa de los padres.

Este muerto... ¿está muy vivo?

Hubo otra cosa anoche que también fue como antes. Pero ésta no la esperaba. Sabe Dios que no. El Barça parecía el Barça de cuando yo veía el Barça con mi padre. ¡Joder si lo parecía! Caipirinho se disfrazó de Ronaldinho; Messi seguía siendo Messi; Henry era lo más parecido a un jugador que comprende y comparte el "estilo Barça"; Puyol era el león de toda la vida; Valdés no se parecía a Casillas, ni falta que hizo. En fin, el Barça de cuando el Barça era el Barça. Delante teníamos una madres, sí, ¿pero cuántos equipos de madres nos han bailado en estos últimos 20 meses? ¿cuántos? No sé si será un espejismo, pero sí sé que lo de ayer nos viene de lujo en todos los sentidos: pie y medio en 1/4 de la Champions sin haber hecho nada, Europa acojonada y la plantilla, revitalizada.

Valdés: Le llegaron dos veces con peligro y le metieron dos. Y yo tan contento. Fue el Valdés de cuando no necesitábamos tener un portero que nos salvara de caer derrotados una vez sí y otra también. Pudo salir en el primero, pero el centro fue buenísimo y el desmarque también; en el segundo, la sensación general es que quedó en evidencia, pero yo no estoy muy de acuerdo con eso: él no se llama Val_Des_Sar y no mide 1.90. Le pillo a contrapié y poco más pudo hacer.

Abidal: ¡Hijoputa el negro! Hizo en los primeros 20 minutos de partido más centros al área con peligro que en los seis meses que lleva aquí. Que me lo expliquen. La buena primera parte de Ronaldinho fue en gran parte gracias a él, que no paró de desdoblarse y darle salidas, por fuera (como los tres primeros centros al área que no encontraron rematador) y por dentro (como en el chute de la segunda parte que desvió Henry y casi entra). En defensa no sufrió porque ellos no crearon nada por bandas. Así, sí.

Márquez: Mal: impreciso, despistado, precipitado. Falló demasiados pases fáciles. No porque los enviara al contario, que algunos también, sino porque complicaba mucho al receptor: pases atrás cuando el compañero va en carrera, cambios de juego que se quedaron cortos, etc. Lleva dos partidos horribles. Suerte que los delanteros del Celtic eran dos troncos, pero ya se vio cómo se las hizo pasar Oliveira el sábado pasado.

Milito: No estuvo tan mal como Márquez en el juego, pero tuvo el infortunio de aparecer en la foto de los dos goles en contra: en el primero puede hacer poco, como Valdés, porque la jugada es buena; pero en el segundo la caga bien cagada. El resto del partido estuvo firme, bien en la anticipación y sacando el balón con solvencia. Pero claro, si te meten dos goles en Europa y en los dos estás badant...

Puyol: Su puesto es el lateral, diga lo que diga él y cualquier otro. De central ya no vale, porque los otros tres son mejores que él en ese puesto. Incluso Thuram. Hasta ahora, Puyol ha suplido sus carencias tácticas con garra, pero ya se acerca a los 30 tacos y lleva muchos años en el taco, valga la rebuznancia. De lateral derecho lo hace bien, sube continuamente y ayer incluso fue capaz de poner un centro buenísimo que casi culmina Henry. Que se quede en la banda.

Touré: Un muro. A parte de cortar casi todo lo que pasa por su zona de influencia, que es muy amplia, el tío no pierde un balón. Sus controles orientados son más propios de un mediapunta talentoso que de un tipo de su tamaño. Además, se las lleva por arriba, con lo cual es imprescindible en todos los partidos de la Champions contra equipos británicos, alemanes e italianos.

Deco: Perdió muchas menos bolas de lo habitual, lo que demuestra lo madres que fueron los centrocampistas del Celtic. Tiene tanto oficio con el balón en juego como irresponsabilidad con el juego parado (protestas, tanganas, etc). La tarjeta que le sacaron es para correrlo a ostias. Se merecería perderse un partido importante por culpa de eso. Se entendió bien con Messi. menos con Henry.

Iniesta: Algo le pasa. Ayer fue el peor de los seis que jugaron de inicio de mediocampo hacia arriba. Claro que ser el peor en su caso no quita que jugara bien al primer toque, no perdiera balones y contemporizara el juego con el marcador a favor. Pero aun así estuvo muy mal para lo que en él es habitual. En mi opinión, se equivoca en los dos goles del Celtic: en el primero hace una ayuda demasiado larga a Puyol cuando éste no la requería; en el segundo, el tío que centra le supera con demasiada facilidad. No es normal. Además, no arriesgó nada, tal vez porque es el más listo de todos y vio que por primera vez en año y medio sus compañeros, los cracks, los fantástiscos, estaban entonados. Estará cuando se le necesite.

Messi: Volvió a ser Messi, y con eso está casi todo dicho. Los volvió locos a todos y, sin ser uno de sus partidos extraordinarios, metió dos e impregnó al equipo de su verticalidad.

Henry: Dio la sensación de ser el menos participativo de los de arriba y aun así se pudo ir a casa con cuatro o cinco goles en el saco. Hizo los movimientos precisos en los momentos oportunos. Siempre estaba solo porque siempre encontraba el hueco. Su gol es la marca de la casa. No hay nadie que haga eso mejor que él.

Ronaldinho: Pues eso, Ronaldinho, y no Caipirinho. Le debe unas cuantas rondas al entrenador del Celtic, que le puso enfrente a un chavalín de 19 años que sólo había jugado 21 minutos esta temporada...en la Copa escocesa. Recibió casi siempre de cara o en carrera, y no de espaldas como nos tiene acostumbrados desde hace tanto y tanto tiempo. Yo no sé si hasta ahora no podía o no quería, o si simplemente ayer se vendió ante toda Europa con la vista puesta en Junio. En cualquier caso, bueno para el Barça.

En la segunda parte salieron Xavi, que lo hizo todo bien; Eto'o, que dio el tercer gol (qué acojone debe dar un equipo que te está metiendo un soberano y baño y en el 75' te saca del banquillo a un jugador como Eto'o); y Guddy, que en lo poco que estuvo en el campo fracasó porque lo volvieron a poner de ariete (con lo fácil que era adelantar a Iniesta y poner al bacallà en el sitio que le corresponde...pero, vamos, sería pedirle demasiado al pechofrío de Neeskens)

lunes, 11 de febrero de 2008

Sevilla - Barça (Liga, 9 de febrero de 2008)

Desde que tengo uso de razón, en casa hemos funcionado como una montaña rusa: durante ciertas épocas, todo iba bien y éramos felices, una familia unida; las más de las veces, sin embargo, pequeñas y no tan pequeñas rencillas contaminaban el ambiente de tal manera que nos resultaba imposible convivir en armonía. Y cuando en una familia no hay paz, ni entendimiento ni unidad, nada bueno augura el futuro.

Planteamiento: La llegada del novio de mi hermana

Hace no mucho tiempo que atravesamos una depresión brutal: no nos hablábamos o lo hacíamos con resquemor. Cada uno iba a la suya. En éstas, llego él: un tipo alegre, bien vestido, de conversación agradable y maneras afectuosas, siempre dispuesto a echarte una mano. El nuevo novio de mi hermana fue un soplo de aire puro para la familia. Los domingos eran diferentes, mucho más gratos. Mi madre recuperó la ilusión de cocinar la paella. Tomábamos postre y todo, y eso que en casa nunca nos ha gustado el dulce. Pero cómo decir no a esos deslumbrantes pasteles (siempre distintos, siempre deliciosos) que invariablemente traía nuestro nuevo invitado.

Fue una época muy próspera. Tras un par de años de felicidad casi completa, incluso nos fuimos de vacaciones juntos. Todos: mis padres, mi hermana, su novio y nosotros dos. Fue maravilloso. Una semana en París, el viaje que siempre habíamos soñado. Sin él (el aspirante a cuñado) no hubiéramos ido nunca. Se encargó de todo: los alojamientos, los vuelos, la ruta y los tickets para las visitas ineludibles. Nunca supimos por qué nos salió tan barato. En cualquier caso, fue gracias a él. Yo sabía que tenía pasta porque conducía un BMW deportivo y vivía en la parte alta, muy alta, de la ciudad.

Esa mirada

Para el último fin de semana del viaje, nos tenía reservada la más bonita de las sorpresas: una visita a Versailles, un pueblo precioso. La visión de los jardines, esa majestusosa extensión verde iluminada por el colorido de las miles de flores distintas allí reunidas, es un recuerdo que no se me olvidará en la vida. Disfrutamos a tope esos tres días. Estábamos en el paraíso, y yo quise inmortalizarlo. Reuní a toda la familia e hice una foto para el recuerdo. Nada podía ser mejor, aunque me pareció que mi cuñado, que ya era mi mejor amigo, estaba un poco ausente.

De vuelta a casa, revelé las fotografías y las subí al Flickr. En una de ellas, aparecía él: el más grande. Hace un montón de aquello, y desde entonces han ocurrido muchas cosas -todas malas- pero por entonces (aún) todo era perfecto. Por alguna razón, acompañé la fotografía de un comentario que expresaba un tímido reproche hacia nuestro guía y mentor: él nos había llevado hasta ahí, pero en el día más bonito vi alguna cosa rara en su comportamiento y en su mirada. Y lo escribí en ese comment. Mi hermana y todos los demás me censuraron, por supuesto. Con razón, pensé entonces. Me equivocaba. Se equivocaban ellos también.

Nudo: La metamorfosis

Después de aquel viaje inolvidable, el novio de mi hermana nunca volvió a ser el mismo. Seguía viniendo los domingos a casa, pero la atmósfera era diferente: ya no participaba tanto en las conversaciones, venía sin afeitar, con ojeras y dejó de hacer cariñitos a mi hermana. Yo me di cuenta enseguida, pero al parecer era el único que lo notaba. Se lo comenté a mi novia, que tiene vista de lince para estas cosas, y me contestó que eran imaginaciones mías. Que, como siempre, iba a contracorriente. Que hablaba por envidia o por llevar la contraria. Pero a mí ese no me engañaba...

Por fortuna, se habían unido algunos a la familia otros miembros que nos permitieron mantener el estado de euforia y optimismo: yo tenía predilección por el primo Andresín, que vino del pueblo a las 12 años y me cautivó desde el primer día; estaba Leo, que también vino de pequeñito, aunque de mucho más lejos, y al que iba a ver solo cada fin de semana cuando el resto de la familia ni sabía que existía; y hace poco se unió otro chiquito, aún más joven, que había crecido en el pueblo de Lleida donde nació nuestro tío-abuelo Josep Maria. Todos ellos contribuyeron, en menor o mayor medida, a hacer de nuestra familia un clan unido y feliz. O al menos eso parecía.

Sin embargo, yo estaba obsesionado con ese tío, el novio de hermana. Estaba jodiendo todo lo que contribuyó a construir, y allí nadie se daba cuenta o no quería verlo. Seguía trayendo los postres cuando venía a casa -cada vez más de tanto en cuanto- pero de aquellos deliciosos pasteles, ni rastro. Como mucho, alguna tarta de manzana preparada, de esas cutres. Había dejado de esforzarse lo más mínimo en agradar. Pero ni mi hermana, ni mis padres ni el resto de la familia le daban importancia a esa súbita transformación en su comportamiento.

Empezaron los desencuentros: en septiembre, nos prometió que nos conseguiría entradas para el gran premio de Mónaco pero a la hora de la verdad no cumplió y perdimos el dinero de los billetes de avión; en diciembre, dijo que le podríamos acompañar a Japón, donde tenía que cerrar un proyecto a escala internacional, pero luego nos contó que unos brasileños se le adelantaron y le levantaron el negocio.

Desenlace: La putrefacción

Hacía tiempo que allí olía a podrido. Las fiestas navideñas fueron pura fachada. Para entonces, yo no lo podía ni ver, y ya no disimulaba la repugnancia que me producía el tipo. Argumentaba mi malestar a quien me quisiera escuchar. Los pocos que lo hacían no daban crédito a mi desesperanza. Decían que no se podía dudar de él, que él nos había convertido en lo que éramos, una familia feliz. Por lo que a mí respectaba, hacía meses que se me había olvidado los tiempos felices de París.

De Navidad a verano no cambió nada. Cada domingo era un martirio para mí. Había clichado al tipejo desde hacía ya muchos meses y el tiempo me daba la razón día sí y día también. No podía soportar odiarle en secreto. Y encima, los demás le colmaban de elogios cada vez que traía una puta tarta de manzana precocinada. La gran mentira de las tartas de manzana: tan dulces como falsas. Pero claro, yo no podía hacer nada. Era un mindunguis. Visionario, pero mindunguis. Aun así, albergaba esperanzas de que mi hermana le diera boleto en verano.

Pero no lo hizo. La muy gilipollas no lo hizo y los tontos de mis padres la apoyaron en su decisión. Se creyeron sus falsas promesas. Que cambiaría, que volvería a ser el del principio. Hizo caso a sus amigas envidiosas, que le insistían en lo guapo y bueno que era, en la de novias que iban a cortejar en cuanto saliera de ella cualquier asomo de desdén hacia él. ¿Cómo lo iba a dejar escapar si todo el mundo lo quería?

¡Bah! Aquello era el final. Ya no había nada que hacer. La podredumbre empezó a alcanzar incluso a los recién llegados. A Eric, por ejemplo, uno de los últimos en unirse a la familia, que tan mono y orondo parecía cuando vino..., y ahora da asquito verle. E incluso, ¡horror!, a mis familiares favoritos: al pequeño Leo, que tan buenas migas hizo con el falso prestidigitador, y ya empieza a parecer una copia mala del niño travieso y genial que había sido hasta el momento; y a mi mayor debilidad, Andresín, al que vi triste y deprimido por los campos de Sevilla, hace sólo un par de días.

Todo está podrido. Ya nada puede ir a peor. No me consuela que ahora todos los de la familia me vengan y me digan al oído que yo tenía razón. Bueno, no me consuela, pero alimenta un poco (más) mi ego. Yo tenía razón. Claro que tenía razón. Yo casi siempre tengo razón en estas cosas. Aun así, hay algún imbécil en la familia que a estas alturas aún va diciendo que el tipo no puede ser tan nocivo, que ahí hay algo que no encaja. En fin, también mi madre me sorprendió 40 veces en mi habitación con la peste a porro y la pobre se hacía la sueca. El amor, el desamor.

Créditos: Transcripción para memos

Pues eso. No tenía ni putas ganas de hacer una crónica del Sevilla-Barça y en su lugar he escrito un cuento basado en hechos reales. Tampoco hubiera podido hacer un 1x1 tan riguroso como acostumbro, ya que me perdí parte de la primera mitad del partido porque estaba haciendo la crónica del DKV-Madrid. Y entre lo poco que vi, hubo cinco llegadas claras del Sevilla y tres pases malos de Iniesta. Entonces pensé: si la metástasis ha llegado hasta Iniesta y la medicación para la segunda parte es eso que hay en el banco (que es precisamente lo que provocó el cáncer), casi mejor me lo ahorro. Así que la segunda parte la escuché por la radio de camino a casa.

A mis inteligentes lectores no hará falta explicarles en qué personaje real está basada la figura del hermano de mi novia, ni quién representa que es mi familia, ni cuál fue ese viaje a París, ni dónde se encuentra esa "majestuosa extensión verde". Algunos personajes secundarios de la historia (Andresín, Leo, Eric, etc) aparecen con sus nombres reales, y otros de los objetos y circunstancias descritas son fáciles de identificar ("la gran mentira de las tartas de manzana", dulces pero falsas, son esos goles a balón parado con los que el protagonista logró engañar a unos muchos; esas experiencias frustradas en Mónaco y Japón corresponden a algunos de aquellos títulos tirados a la basura). Y el que necesite una transcripción más clara, es que no aún no se ha dado cuenta qué pasa en Can Barça y hacia dónde nos dirigimos. Nada grave, en cualquier caso. A peores cosas no hemos puesto remedio a tiempo la familia culé. Y así nos va.

Que nos sea leve en nuestro viaje por los tiempo oscuros que tienen que venir.

lunes, 4 de febrero de 2008

Barça - Osasuna (Liga, 3 de febrero de 2008)

El jueves fui por primera vez al Camp Nou después del Barça-Madrid. He tardado en volver lo mismo que Caipirinho. Nada ha cambiado demasiado. Bueno, vuelve a estar Messi, pero no es el Messi de siempre. Lees los periódicos, escuchas las tertulias y todo el mundo concuerda en que Messi dio una exhibición contra el Villarreal. Qué queréis que os diga, yo espero mucho más de él. En mi óptica del mundo, Messi hizo 20 minutos deslumbrantes en la primera parte y dos o tres chispazos en la segunda. Y ya. Claro que los demás, ni eso.

Vaya por delante, muchos de vosotros lo sabéis, que la primera vez que vi jugar a Messi no creo ni que tuviese pelos en los huevos. Él, que yo ya me los depilaba. La primera vez que le dije a alguien que sería un crack mundial, en plan "acuérdate de este nombre", no creo ni que fuera juvenil. Uséase, hace muchos años ya. Ahora ya es una estrella mundialmente reconocida. Demasiado pronto, tal vez.

Lo que vi el jueves contra el Villareal en Copa me produjo sensaciones encontradas: por una parte, sigue siendo uno de los escasísimos jugadores que te hace mantener la vista absorta en el juego cada vez que coge la bola, porque en cualquier momento del partido y en cualquier parte del campo puede hacer algo increíble; por otra parte, Messi ya no es el chaval ilusionado que lo peleaba todo y hacía lo que fuera por agradar. Está mucho más estático en el campo, no sigue a su par en defensa a no ser que haya sido él quien ha perdido la posesión y tiene tanta confianza en su gambeta que demasiado a menudo se olvida de jugar en equipo.

Esto es lo que pensé tras el partido contra el Villareal, en el que hizo cosas extraordinarias. Después del partido de ayer, en el que sólo tuvo tres mini chispazos, ya me estoy empezando a preocupar de verdad. Que se carguen ya a Camerún, porque Messi no puede jugar dos partidos por semana. Ya lo decía Perarnau.

El virus de la fatiga

La otra mala noticia de la semana es el regreso de Fatinginho Gaucho. Su partido contra el Villarreal se resume tal que así: 20 minutos haciendo el payaso en la banda (dos de ellos esprintando y haciendo skipping como un chalado y los 18 restantes soltando piernas por el esfuerzo) y 10 minutos haciendo el pena en el campo. Entre sus contribuciones al juego cabe destacar: despistar a Messi en el chute del penal, hacer dos pases al contrario (eso sí, sin mirar) y situarse de hombre boya para perder cuantas bolas le llegaron. También hizo un par de faltas, la cual cosa fue suficiente para que la prensa escribiera que se le vio "voluntarioso". ¡No te fastidia! ¿Voluntarioso? Un cero a la izquierda es lo que es.

Me invitaron también al Barça-Osasuna de ayer, pero la verdad es que no tenía ni putas ganas de ir al campo. Tarde desapacible y equipo insulso. Que vaya al estadio Rita the singer. La derrota del Madrid en la víspera, de la que me tocó hacer la crónica, no era una motivación ni todo lo contrario. Da igual lo que haga el Madrid. Mientras nosotros continuemos así, re de re. Aunque claro, ahora tenemos hilo musical en el estadio al estilo de los pabellones de hockey hielo (tatatatán tatán). Y no sólo eso. Tenemos un lema: Mecagoncony (¿"me cago en diez"?). Supongo que el lumbreras que se ha inventado esto y su "equipo de trabajo" tendrán unos 27 másters en marquéting entre todos, pero a mí me parece una memez. Una estrategia cutre y chabacana que se les debió ocurrir a alguna panda de imbéciles con traje y corbata, que borrachos perdidos después de alguna opípara comida de Navidad con el bacó y sus secuaces, hicieron un brainstorming y les salió eso. Si un caso, que jubilen a Manel Vic y que pongan en su puesto a Mermelada, ahora que se ha quedado sin curro. Y ya la hacemos del todo. En fin...

En cuanto al fútbol: como en la Copa, hicimos una primera parte decentilla y unos segundos 45' lamentables. No metemos un gol ni al arcoiris. Con Messi y Henry desaparecidos, sólo Bojan cumple delante. Y no es que esté especialmente afortunado, pero al menos hace en todo momento los movimientos correctos. Eso se ve en el campo. Lo vi contra el Villarreal. Bojan se mete hacia dentro y deja el carril para el lateral en el momento adecuado (no como Messi, que lo hace por defecto), se abre a banda cuando el juego lo requiere y entra en el área a degüello sólo cuando la jugada huele a opción de remate. Y además, es el único que dispara con intención. Ayer, dos chutes ajustadísimos a los palos que obligaron al portero a intervenir. No como Deco, que parece el primo gitano de Johnny Wilkinson. Por cierto, ¿por qué coño cuando un jugador de fútbol chuta alto se dice que "ha hecho un ensayo" si la marca, en rugby, se hace con la mano? En todo caso, sería un golpe de castigo o un drop, pero no un ensayo. En fin, la ignorancia, ya se sabe... Me encanta el rugby. ¡Qué gran deporte!

Decía... Leo, messing; Henry, lo mismo; Iniesta, a lo suyo, salvando el culo al hatajo de incompetentes que le rodean; y Milito y Valdés, en su buena línea. Los demás, fatal, horribles, de pena. Con dos honrosas excepciones, que además son dos de los que tengo en mi lista negra: Thuram y Gio 2Santos, decisivos ayer. Y Márquez, que tampoco lo está haciendo mal teniendo en cuenta sus antecedentes más cercanos.

Valdés: Muy bien. Blocó un trallazo en el minuto 93 que muy pocos porteros, incluido Casillas, hubieran osado atajar. Bien también en los balones aéreos. Y tiene otra cosa que me gusta mucho: en cuanto bloca, ya está mirando a quien dársela para sacar la contra con rapidez.

Zambrotta: Tuvo un par de partidos buenos cuando recuperó la titularidad y ahora ya vuelve a ser el mismo tronco de siempre. Entra al bulto y hace faltas innecesarias en los momentos más inoportunos. Y esos despejes al centro del campo sin siquera mirar...

Thuram: Donde dije torpe digo torete. Ayer fue el mejor defensor, por arriba y por abajo. ¡Incluso parecía rápido! Hizo tres cortes espléndidos en sendas jugadas de peligro, y no le recuerdo un mal pase en todo el partido. Impecable.

Milito: No flojea y eso es un alivio. Perfecto en la anticipación y un peligro latente en las jugadas a balón parado. Empieza a recordarme mucho a Ayala,uno de los mejor defensores que he pasado por la Liga española en los últimos años.

Abidal: Todo el mundo le ve fantástico. Nintendo. Tanto en Copa como ayer subió 200 veces y no puso ni una bola buena (¿alguien vio el centro de Coloccini en el Lopera? Eso es un centro, coño, no creo que sea tan difícil...). No se entiende con Henry y comete errores absurdos con el balón en los pies. Sí, vale, llega el minuto 93 y se pega un sprint de 30 metros para llegar a una balón. ¿Y qué?

Márquez: ¡Psé! No es lo del año pasado, que como pivote estaba más fuera de onda que un obispo en el Saratoga, pero sigue fallando muchísimos pases. Tiene una cosa muy buena, el desplazamiento largo, la cual cosa me confunde: ¿cómo un tío que la pone al pie en carrera desde 40 metros es incapaz de hacer un pase raso en horizontal a un tío que tiene al lado? Al menos, con él el el centro del campo, nos llevamos algún que otro balón por arriba.

Deco: No puedo comprender cómo un tío que tiene el fútbol en su ADN puede fallar tantísimos pases sencillos y chutar tan mal a puerta. Cubre mucho campo, hace bien el repliegue, saca el contrataque con fuerza y demás, pero es llegar a 10 metros del área grande y se le para el contador de ideas. Si realmente no hay que esperar más de él de lo que está dando ahora, puerta.

Iniesta: Estuvo flojillo contra el Villarreal, pero ayer volvió a ser el barómetro del equipo. Tiene un cambio de ritmo con el balón enganchado al pie que ni Asafa Powell. Casi mete un gol y todo. Y físicamente, está hecho un monstruo. Hasta para ir a abrazar a Xavi en el gol se pegó un sprint brutal. Es un genio.

Messi: Ayer estuvo los primeros 20 minutos y después se fue. Lo que más miedo me da es que antes, aun sabiendo los defensas que iba a regatear hacia dentro, no se la quitaban. Ayer ya le robaron unas cuantas. No me gustó su actitud contra el Villareal y no me gustó su juego ayer). Es un pecado ponerle en duda, pero yo creo que habría que dosificarle mucho más. Que pronto llega la Champions.

Henry: Otro que no puede jugar seguido. Su mejor virtud a día de hoy es que es lo suficientemente listo como para vivir al borde del offside. Y eso da goles, que se lo pregunten a Lineker o a Hugo Sánchez. Lo malo es que, quitando el partido contra el Murcia, aporta poco más que eso.

Bojan: En un partido gris, es capaz de chutar dos veces con peligro y dar un pase sensacional a Iniesta para dejarle en una mano a mano contra el portero. Y además, tuvo un casi gol en la última jugada de la primera parte. Y lo que nos queda.

Gio2 Santos: Bien, bien, sí señor. Le tengo un gato considerable, pero hay que reconocer que fue el único de los seis cambios hechos por el míster en los últimos dos partidos que aportó algo diferente. Y bueno. Su control en la jugada del gol de Xavi es de tener ganas. Fatiginho no va a por esa bola ni de coña. Como mucho sube el pulgar y aplaude el pase. Pero de ir a buscarla, lo sueñes. Le pone huevos aun siendo consciente que no gusta a la gente del Camp Nou.

Caipirinho: Muérete.

Xavi: Otro caso como el de 2Santos. Cuando vienen mal dadas, siempre sale con alguna de éstas. No era fácil empalarla. Y lo hizo perfecto. Tapando bocazas por otros cuantos meses.